domingo 2 de marzo de 2025
"El Puma" y un mensaje de resiliencia

"Soy un milagro": la lucha de Maxi Artero tras el accidente que cambió su vida

Maximiliano Hernán Artero fue uno de los sobrevivientes del terrible accidente ocurrido en junio del 2024 en la ruta 1. Lejos de su casa, en el Instituto Fleni en Buenos Aires, trabaja en su rehabilitación.

El 29 de junio del 2024 cambió la vida para Maximiliano Hernán Artero. Se dirigía a la casa de sus suegros en La Tercena, por la ruta provincial 1, cuando chocó de frente con otro vehículo en el que se conducían Pablo Yadón, Fernando D'Agostini, Indalecio Zavaleta y Gerónimo Caso Filippín. Los dos primeros fallecieron en el acto luego que el auto se prendiera fuego. Artero quedó internado y tras pasar horas dramáticas le confirmaron que había perdido la fuerza de sus piernas. Hoy intenta recuperarse con trabajos de rehabilitación en el prestigioso Instituto Fleni en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Revista Express entrevistó al “Puma” mediante videollamada. Actualmente tiene 33 años y pese al desgraciado suceso dejó un mensaje de esperanza y resiliencia.

Antes del siniestro vial, Artero era un destacado futbolista. Desde hace tres años que integraba las filas del Sportivo Villa Dolores, pero tuvo una larga trayectoria en otros clubes de la Liga Chacarera y de provincias vecinas. “El Puma” es hijo de Segundo “Poroto” Artero, uno de los dirigentes más respetados y queridos en el fútbol de Las Chacras.

“Estoy casado con Eugenia. Tengo mellizos de 4 años. Vivimos en la planta alta de la casa de mis viejos, en San Isidro”. Maxi también es profesor de Lengua, pero antes del accidente se quedó sin horas cátedra. No obstante, el espíritu pujante siempre estuvo y en forma paralela, con su familia, abrió un local de venta de prendas de vestir. Ese sábado 29 de junio a la noche había cerrado las puertas del negocio y fue a buscar a su familia.

“Yo había trabajado en el local, fui por la casa de mis viejos a buscar algo para los mellis, y me iba a lo de mis suegros a La Tercena y en el trayecto, 1.000 metros antes de llegar tuve el accidente. Gracias a Dios iba solo”, recordó.

Su memoria se paralizó y los recuerdos que tiene son flashes de su ingreso al Hospital San Juan Bautista primero y, luego, la derivación al Sanatorio Pasteur. “Sólo recuerdo que era una noche muy helada porque andaba muy abrigado. Lo último que me acuerdo fue que me despedí de mis viejos. No recuerdo nada del accidente”.

Las imágenes del accidente fueron espeluznantes. El auto de Artero, destrozado y el otro rodado, consumido por las llamas. El trágico siniestro vial conmovió a la provincia.

El después

Ya internado en el sanatorio, Maxi comenzó a recobrar el conocimiento y con ello comenzaron las sospechas de que algo no andaba bien. “Le dije a mi hermana más chica que me había quebrado la columna, porque a las piernas no las sentía”. Fueron semanas de incertidumbre porque los médicos no lograban darle un diagnóstico preciso de la lesión que había sufrido. Tras dos intervenciones quirúrgicas consiguió el traslado al Fleni en donde fue operado el 24 de septiembre. El 8 de octubre quedó internado para comenzar con su rehabilitación impulsado por el amor de su familia y amigos.

“Estuve 100 días en Catamarca sin saber realmente lo que tenía, no sabía el grado de la lesión. Allá me decían muchas cosas que realmente no eran verdad, cuando vine acá recién me enteré de la situación en la que estaba. Fue un golpe bastante duro. Imaginate que mi vida giró alrededor del fútbol y vivir con mis hijos. Me pasaron muchas cosas por la cabeza. Soy un bendecido, el milagro fue salir con vida de ese auto”, expresó.

“Sufrí una lesión medular, de la T2 a la T4. Me faltan vértebras, me dañaron la médula. No tengo sensibilidad para poder manejarme, desde los pectorales para abajo”. Maxi lleva cinco meses de rehabilitación y desde el primer momento viajó con su papá, que está internado con él. “Nos exigen eso, que haya alguien acompañando. Mi mamá está alquilando un departamento aquí cerca. Es todo muy difícil por los costos”, contó.

Sus días comienzan muy temprano. “Me levanto a las 7.15, me controlan la presión y si tengo fiebre. Luego voy a kinesiología. Tengo dos sesiones por día. Mi kinesiólogo se llama Cristian y es admirable todo lo que sabe. Con él trabajo fuerza, estabilidad. Una serie de ejercicios que quizás antes eran prácticos hacerlos, pero ahora es bastante complicado”.

“Vengo muy bien, tomando mucha fuerza, me ayuda mucho que soy deportista y siempre hice actividad física. La idea es que sea lo más independiente posible en la silla de ruedas. Que me vaya de aquí sin depender de los demás”, señaló.

Un denominador común de las veces que Artero se expresó tras el siniestro vial, es su mensaje de fortaleza espiritual, de fe y el vivir el día a día valorando cada instante junto a los seres queridos.

“Yo me siento un milagro. Me gustaría decirles a los demás que la fe existe, te salva muchas veces. En mi caso no fue sólo el daño físico, sino también me dañaron psicológica y anímicamente, y una manera de tratar de lucharla, de progresar y levantarme con fuerzas, fue encomendarme en Dios, mis hijos, familia y amigos”, subrayó. “Esto me demostró que hay gente que me quiere demasiado, es hermoso el afecto que me hacen llegar siempre que publico algo. Cuando estuve internado había 200 personas en el sanatorio y para mí eso es ya haber ganado”.

Maxi es consciente de que para las familias de los fallecidos la noche del 29 de junio también fue un momento doloroso. “Nunca tuve contacto, nunca se acercaron, pero sé que fue algo muy duro para ellos también, yo trato de hacer hincapié en la recuperación y no estar pensando en esas cosas. Cambió mi vida en un segundo y siempre digo que tengo mucho por lo que seguir luchando. Quiero que esto tarde o temprano sea un mal recuerdo y poder hacer las cosas de una manera diferente porque hay muchas cosas que no podré hacerlas como antes”.

Nostalgia

A más de 1.100 kilómetros de su casa, la añoranza es a veces inmanejable. “Extraño todo de Catamarca, soy muy catamarqueño. Extraño el día a día con mis hijos, cambiarlos, darles de comer, son cosas que, a veces, dejamos de lado y pensamos que no se disfrutan pero que cuando no las tenés, querés dar todo por volver a ese momento”.

La conversación con Maxi fue en un breve descanso antes de seguir su segunda rehabilitación del día. El verano pega fuerte en todo el país y pese al reinante calor “El Puma” no da tregua. Mira hacia adelante, sabe que el partido que debe disputar es el más importante de su vida.

“Mi primer objetivo es tratar de recuperarme, ganar todas las fuerzas que necesito. Bajé 27 kilos, quedé muy débil, tuve meningitis e infecciones que me fueron empeorando hasta que por fin pude salir. Aquí también voy una vez a la semana a sesiones con un psicólogo y estoy aprendiendo el manejo de la silla de ruedas en una rampa o para subir un cordón, por ejemplo. Es bastante difícil, pero vamos mejorando”, dijo riéndose.

“Mi otro objetivo es tratar de conseguir una casa adaptada, porque vivía en un primer piso con mis viejos y ahora, lamentablemente, no podré seguir ahí”, señaló acongojado y no agachó la mirada; con la frente en alto quiso dejar un mensaje para todos.

“Estoy agradecido por todo el apoyo que me han brindado. Disfruten la vida, las pequeñas cosas son las que más deberíamos valorar. Amen y abracen a sus seres queridos, estar lejos es horrible, he pasado noches enteras queriendo abrazar a mis hijos, mi mujer y amigos. Quienes tengan la posibilidad que lo hagan. Dejemos el orgullo de lado y seamos más empáticos con los demás porque todos pasamos luchas difíciles y cuando hay una muestra de cariño se hace todo más fácil”.

Texto: Pablo Vera

Fotos: Gentileza Maximiliano Artero

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