Los hostigamientos reiterados del presidente Javier Milei, otros funcionarios de su gobierno y simpatizantes libertarios a representantes de la cultura y el periodismo argentino, han recibido en el último año numerosos cuestionamientos de organizaciones locales, pero también internacionales. Según el Foro Argentino de Periodistas (Fopea), de 173 ataques documentados en el primer año del mandato de Milei, el 69,3% provino de funcionarios públicos, de los cuales el propio presidente fue responsable de casi la mitad.
El último de los cuestionamientos internacionales a estas prácticas peligrosas para la libertad de expresión proviene de Pen Internacional, una prestigiosa asociación mundial de escritores, fundada en Londres, Inglaterra, hace más de un siglo, para promover la amistad y cooperación intelectual entre poetas, ensayistas y novelistas de todo el mundo.
En el último informe publicado por esta organización, titulado “Identidad a prueba: persecución y resistencia”, presenta una lista de casos de escritores y periodistas perseguidos y acosados durante 2024 en distintos países. El trabajo alerta sobre la persecución que sufren escritores por sus ideas, género, orientación sexual, etnia o creencias religiosas, y sobre el aumento de los casos de censura o amenazas que reciben. El escrito destaca “una preocupante tendencia mundial: quienes se atreven a expresar su identidad o a desafiar las narrativas dominantes están siendo silenciados mediante amenazas legales, censura y violencia”.
En esa lista de “casos emblemáticos” presentados por Pen Internacional figuran siete escritores y periodistas argentinos atacados desde el gobierno: Gabriela Cabezón Cámara, Dolores Reyes, Sol Fantin, María Soledad Iparraguirre, Jorge Fernández Díaz, Joaquín Morales Solá y Alejandro Alfie.
En el informe, que fue publicado hace algunos días, se puede leer: “En la Argentina, periodistas, escritores, editoriales y medios de comunicación han sido públicamente insultados por el presidente Javier Milei, quien los acusó de ser cómplices de políticos corruptos o de escribir mentiras, calumnias o injurias”. La organización internacional también lamenta que “funcionarios gubernamentales y organizaciones vinculadas a simpatizantes del presidente Javier Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel” lanzaran una campaña para censurar libros “que abordan temas como el feminicidio, el rescate de personajes femeninos históricamente marginados o el abuso sexual de una adolescente, exigiendo que se retiraran ejemplares de escuelas y bibliotecas”, como pasó con “Cometierra”, “Las aventuras de la China Iron” y “Si no fueras tan niña”.
Preocupa tanto la reiteración de este tipo de hechos como la falta de autocrítica de los funcionarios y del propio Presidente de la Nación. Los sucesivos llamados de atención de organizaciones con bien ganado prestigio son sistemáticamente ignorados, lo que desalienta las expectativas de que haya una rectificación oficial a los agravios y acosos a artistas, periodistas, escritores y dirigentes políticos, gremiales y sociales cuyas ideas no son compartidas por el gobierno nacional.