Las declaraciones del diputado Miguel Ángel Pichetto, lanzando interpretaciones absolutamente desatinadas sobre el folklore argentino serían anecdóticas, apenas materia prima para memes burlándose de él, si no fuera porque nacen de una perspectiva de análisis de la realidad argentina pampacentrista que le hizo, y le sigue haciendo, mucho daño al país. Y que ha sido argumento para la aplicación desde mediados del siglo XIX en adelante, de políticas que provocaron graves distorsiones e inequidades, postergando al Norte Grande de la Argentina y potenciando el desarrollo de la Pampa Húmeda y los centros urbanos conectados a los puertos de Buenos Aires y Rosario.
En una entrevista que les brindó a los periodistas María O’Donnell y Ernesto Tenembaum, Pichetto cuestionó la inmigración de bolivianos y peruanos a la Argentina. Y en ese contexto señaló: “¿Viste el charanguito que se va? Esa música del norte no tiene nada que ver con la Argentina”, dijo y marcó una distinción con el folclore tradicional de la llanura pampeana. Cuando se le preguntó si esa música no formaba parte de la diversidad de un país extenso como Argentina, respondió: “El folclore no tiene nada que ver con el charanguito, no tiene nada que ver”.
El charango es un instrumento de música andina muy utilizado desde la época de la colonia en los actuales países de Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Sostener que no tiene nada que ver con el folklore argentino es un disparate que no resiste el menor análisis porque denota un desconocimiento total sobre el tema, ignorando a artistas que han llevado la cultura andina que en parte también es argentina- por todo el mundo.
La visión que Pichetto tiene de la Argentina se circunscribe a su entorno, tal vez a su experiencia personal, a su infancia en Banfield, como él mismo cuenta. Omite la rica y diversa cultura argentina del NOA, NEA, Cuyo, reconociendo solo, según su propio testimonio, la de la llanura pampeana.
Como se dijo, esta suerte de “pampacentrismo” en lo cultural tiene su correlato económico en la conformación de la Argentina en un país macrocefálico, a partir de las políticas implementadas desde la organización nacional, en desmedro sobre todo del Norte Argentino, que es la región de menor grado de desarrollo a diferencia de lo que ocurría en la primera mitad del siglo XIX.
El Norte Grande (NOA y NEA), históricamente discriminado en lo económico por los sucesivos gobiernos nacionales de los últimos 170 años, con escasos aportes de la inversión pública federal respecto de otras regiones, como por ejemplo la pampeana, es ignorado, despreciado o subestimado por esta mirada centralista también en lo cultural.
Pichetto, un dirigente político lúcido que hace un cuarto de siglo que es legislador nacional, incurre en una simplificación absurda derivada de una perspectiva de análisis acotada, que no contempla lo general, y que lamentablemente contribuye a reforzar prejuicios a partir de concepciones hegemónicas y etnocentristas.
El desafío es, en consecuencia, instalar un punto de vista que rescate a la Argentina como la nación que verdaderamente es: multicultural, diversa, plural y profundamente inclusiva. n