martes 1 de octubre de 2024
Lo bueno, lo malo y lo feo

Lo frágil de la realidad

Estamos frente a la realidad en concierto; lo que hasta hace algunas semanas era la prédica del sufrir para estar mejor, hoy es una llaga que duele diariamente a partir de la sazón que significan, entre otros condimentos, los aumentos constantes en los servicios y en los combustibles, en los despidos masivos, reflejados hoy en un porcentaje de pobreza nunca antes visto: más de la mitad de los argentinos es pobre.

Este marco se da con un gobierno que solo en la prédica es magnánimo, con un presidente que muestra una total ausencia de empatía con el pueblo sufriente y cuya principal prioridad parece ser querer colarse, torpemente, dentro de la galería de los estadistas más importantes del mundo con la prédica de un dogma profundamente economicista, presentándose, con trasnochado discurso, como la reencarnación de un demiurgo al que las fuerzas del cielo asistirán para transformar las realidades de este suelo y también de la humanidad.

Y no tan solo es un discurso para imponer ideas, sino que abreva agresividad en su confrontación con líderes mundiales, caso el Papa, y con aliados estratégicos con quienes posteriormente debe pegar el volantazo ante la falta de tiempo diplomático, como China, a quienes recurrimos nuevamente después de varios intentos fallidos por los swaps, o con Brasil, con quienes la historia y sus recursos nos obligan a estar cercanos en materia económica gobierne quien gobierne. El relato lo sigue mostrándose enajenado de lo cotidiano y normalizando prácticas mundanas por sobre protocolos ya establecidos.

Estamos frente al primer cachetazo de realidad que, posluna de miel extendida, puede, al menos por un momento, despertar de este letargo a la sociedad ya cansada de las estructuras clásicas y tradicionales.

La cachetada debería, aunque difícilmente, aleccionar un candidato que ya no es, que se viene diluyendo con el aguarrás barato del pseudo anarquismo-economicista que, pese al contradictorio discurso leonino, furioso y vandálico, sigue necesitando de la sangre de estructuras partidarias, comprables en algunos casos, sigue buscando el oxígeno en lo que supuestamente aborrece, sigue necesitando el pulso, el tiempo y la rosca de lo que ellos mismos bastardean.

Lo que en definitiva no es más ni menos que la política en la arena de lo político.

Leandro Quiroga Barros

Lic. en Ciencia Política

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