Según detallaron, mientras permanecieron en esos campamentos, los cuales son destinados a la población civil, se les proporcionó alojamiento, comida y agua a los residentes no involucrados en la guerra. El grupo palestino resguardó a las mujeres sabiendo que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) no los atacarían, proporcionándose también seguridad para ellos mismos.
Tras su liberación, las tres mujeres fueron sometidas a una extensa serie de exámenes con especialistas para diversas necesidades y analizando cada tipo de lesión. También recibieron vitaminas adicionales debido a las malas condiciones de su cautiverio y alimentos supervisados por una nutricionista.
Las jóvenes, que contaron que durante su secuestro también estuvieron en túneles y departamentos, serán dadas de alta en los próximos días y podrán elegir cómo continuar su tratamiento, ya sea en Kfra HaMaccabiah, una clínica para liberados, o en su casa con sus familiares.
Tras su delicado proceso de recepción a cada una se le asignó un médico de familia y una especialista en salud mental, antes de reencontrarse con sus madres en una unidad de terapia intensiva instalada fuera del complejo médico.
Damari, a quien le cortaron dos dedos de su mano izquierda durante su secuestro, relató que Gonen trató su grave herida y que ambas estuvieron juntas desde el día 50, mientras que Steinbrecher estuvo en otro lugar. Todas fueron obligadas a aprender árabe, al igual que ocurrió con otros rehenes liberados.