En la edición de ayer, El Ancasti publicó sobre los retrasos en algunos tramos de la ejecución de la obra de puesta en valor de la Costanera este del Río del Valle, lugar pintoresco que hoy parece abandonado.
En la costanera este del Río del Valle, proliferan nuevas viviendas precarias a escasa distancia de una obra en desarrollo. Las familias se instalan en terrenos sin servicios.
En la edición de ayer, El Ancasti publicó sobre los retrasos en algunos tramos de la ejecución de la obra de puesta en valor de la Costanera este del Río del Valle, lugar pintoresco que hoy parece abandonado.
A esta problemática, se suma la ocupación irregular de terrenos en inmediaciones de sectores donde se ejecuta aquella obra, que al ver tal atraso y ante la falta de vivienda, se asientan en donde pueden.
Esta situación puede verse más en el tramo comprendido entre el Camino de la Virgen y la Ruta Provincial Nº 33, la ausencia de maquinaria y personal, ha dejado desprotegido el lugar, lo que facilitó la instalación de viviendas precarias.
A escasos metros de la nueva traza de la avenida, se han levantado construcciones precarias, algunas de ellas improvisadas con plásticos y chapas, dando lugar a un nuevo asentamiento en el barrio conocido como
Los Bajos, en el conglomerado de San Isidro.
Si bien este sector viene siendo escenario de asentamientos irregulares desde hace años, en los últimos meses la ocupación ilegal de tierras fiscales y privadas sigue en aumento.
Las familias que se están instalando, en su mayoría mujeres solteras con hijos, se enfrentan a la carencia de servicios básicos y muchas de estas familias, se ven forzadas a colgarse ilegalmente de las conexiones de luz y agua, aunque varios no cuentan con ningún acceso a estos servicios.
“No tenemos dónde ir, vivo sola con tres hijos y no tengo ingreso,” expresó una de las mujeres que decidió instalarse en este lugar. Sin acceso a baños, las familias improvisan letrinas, cuyos afluentes terminan contaminando el cauce del río, poniendo en riesgo la salud de toda la comunidad.
“Nos falta agua, luz, baños, pero no me queda otra,” afirmó otra vecina. “Además, nadie vino a ver cómo vivimos,” agregó, resaltando el abandono que perciben por parte de las autoridades.
A las carencias de infraestructura, se suman los basurales cercanos, que emiten olores nauseabundos y convierten la zona en un foco de insalubridad.
La cercanía al río también representa un peligro latente: el sector fue afectado por crecidas en el pasado, exponiendo a estas familias a la posibilidad de sufrir inundaciones en temporada de lluvias.
En sus primeras etapas, la obra implicó la reubicación de algunas familias, pero la demora y paralización del proyecto facilitó el ingreso de nuevos ocupantes en áreas cercanas a la nueva traza de la avenida.