En menos de una semana se llevará a cabo en Nueva York la 69ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en la ONU, en la que se debatirá la ampliación de la Plataforma de Bejing (aprobada hace treinta años), un programa que constituye una agenda política mundial sobre igualdad de género.
Los avances globales en la materia han sido muchos en los últimos años, pese a las presiones de algunos gobiernos que se resisten a convalidar una agenda de estas características. Sin embargo, muchos de los objetivos planteados en la Conferencia de 1995 de la capital china no se cumplen acabadamente.
En la sesión del próximo lunes 10 de marzo se pondrán en debate temas como la inclusión en la plataforma de la problemática de la violencia digital, de la violencia política y de los cuidados y el impacto del cambio climático sobre la vida de mujeres y niñas. Por estos días se llevan a cabo intensas negociaciones para consensuar un documento que puedan suscribir todas las naciones.
Uno de los interrogantes es qué posición asumirá Argentina. Salvo durante el gobierno de Carlos Menem, periodo en el se alineó con las naciones más retrógradas, nuestro país ha acompañado esta agenda progresista e inclusiva, como la inmensa mayoría de las naciones del mundo. Con la irrupción de un gobierno libertario, se retrotrajeron posiciones, modificándose sustancialmente el escenario. Como se recordará, durante el pasado mes de noviembre Argentina fue el único país del mundo que votó de forma negativa en la asamblea de las Naciones Unidas una resolución para "intensificar los esfuerzos para prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra mujeres y niñas". Un retroceso histórico que, además, sorprendió a todas las naciones.
Ese mismo mes del año pasado el gobierno de Milei adoptó otras decisiones que remarcaron el brusco cambio de posición de la Argentina en temas globales hacia posiciones muy retrógradas. Por ejemplo, también votó en contra de otra resolución de la ONU, en este caso a favor de los derechos de los pueblos originarios, y la delegación argentina se retiró de la COP 29 que se desarrollaba en Bakú, Azerbaiyán, donde se discutían la implementación de medidas en la lucha contra el Cambio Climático.
Ya anteriormente el propio Milei había sido, durante su discurso ante la Asamblea General, muy crítico de la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible.
La delegación argentina en la reunión de Nueva York estaría encabezada, según trascendió, por Úrsula Basset, cuya jefa política es Karinia Milei. Basset defiende el cambio de la política exterior del país hacia posiciones reaccionarias, de modo que no es sensato esperar una postura que acompañe el documento que aspira a profundizar las políticas de igualdad de género y rechazo a ese tipo de violencia, compartidas por la mayoría de las naciones, sino más bien una ratificación de la postura que viene sustentando el gobierno libertario de atacar a las políticas que previenen la violencia contra mujeres y diversidades. Hay poco margen para la esperanza.