“Todas esas políticas que culpan al ser humano del cambio climático son falsas y buscan recaudar fondos para financiar vagos socialistas” dijo Javier Milei durante los debates presidenciales del año pasado. Esa frase, fiel a su estilo, fue un anticipo de lo que ejecutaría luego que se calzara la banda presidencial tras imponerse en el balotaje ante Sergio Massa.
Por una cuestión política e ideológica, el Presidente mira de soslayo el cambio climático y tuvo una muestra elocuente cuando días atrás ordenó que la delegación argentina se marchara de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29), que se lleva a cabo en Baku, capital de Azerbaiyán.
Este incidente marcó un hito en cuanto al comportamiento de Argentina en las COP anteriores ya que, además de haber sido sede en 1998 y en 2014, el país consideraba la lucha contra el cambio climático como parte de una política de Estado.
El desaire argentino tuvo repercusión mundial y va a contramano de la política internacional desplegada por el país en los últimos años pese a las diferencias ideológicas de los mandatarios de turno. Por ejemplo en 2016, durante el gobierno de Mauricio Macri, el país se comprometió a reducir un 15% las emisiones de gases de efecto invernadero entre 2020 y 2030. Luego, bajo la gestión de Alberto Fernández, aumentó la apuesta y se comprometió a reducir las emisiones en un 26%.
Esta decisión de Milei hace presumir, según lo mencionaron algunos medios internacionales, que el país pueda abandonar el Acuerdo de París sobre el cambio climático, cuya finalidad es la de buscar políticas para frenar las emisiones que calientan el planeta. Puertas adentro descartan esa posibilidad, pero por los sucesos de las últimas semanas no sería descabellado que esto ocurriera.
El lunes pasado Argentina fue el único país que votó en contra de una resolución de las Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos de los pueblos indígenas. El documento tuvo 168 votos afirmativos, 7 abstenciones y un único rechazo, a cargo de la nueva gestión de la Cancillería argentina, encabezada por Gerardo Werthein, y designado luego de que Milei desplazara a Diana Mondito porque votó en contra del bloqueo económico a Cuba.
La otra polémica fue el jueves último cuando el país fue el único que no acompañó un documento en apoyo a la intensificación de los esfuerzos para prevenir y eliminar todas las formas de la violencia contra las mujeres y las niñas.
Estos episodios no sorprenden porque formaron parte del discurso de campaña de Milei, pero sí alarman porque van a contrapelo de la postura del país en materia de política internacional y que violan tratados firmados por Argentina, además de los artículos que están incorporados en la Constitución Nacional.
Por otro lado, hoy comienza la cumbre del G20 en Río de Janeiro y Milei estará presente. El anfitrión será su acérrimo rival, Lula Da Silva, quien puertas adentro afirmó que el cambio climático, la agenda de crecimiento sustentable y el impuesto a los superricos serán los puntos claves a incluir en la redacción del documento final.
El mandatario argentino no acompaña ninguna de esas iniciativas por lo que habrá que esperar si una vez más la política exterior libertaria escribe otro capítulo del aislamiento de un país sin agenda ambiental.