El incremento desmesurado del precio de los medicamentos impacta cada vez con mayor fuerza en el sistema de salud, en el que el costo de este insumo pasó de menos del 20 al 40% del gasto total en una década.
El incremento desmesurado del precio de los medicamentos impacta cada vez con mayor fuerza en el sistema de salud, en el que el costo de este insumo pasó de menos del 20 al 40% del gasto total en una década.
El Centro de Profesionales Farmacéuticos atribuye el fenómeno a un “abuso de posición dominante” que permite a los laboratorios que operan en el mercado argentino establecer precios muy por encima de los de otros países.
Un informe del Observatorio de Costos de la Salud de la Unión Argentina de la Salud (UAS) alertó sobre las “barreras de accesibilidad” debido a los altos precios de los medicamentos, compararando el mercado local con el de otros países. La Metformina, por ejemplo, medicamento de uso frecuente para tratar la diabetes, costaba hace un mes en la Argentina $34.517, mientras que en España cuesta solo 2,90 euros, esto es, cerca de $4.350, un 87% menos. El Diclofenac 75, que se vende por $20.455 en Argentina, tiene en España un costo de 2,50 euros, equivalente a unos $3.750, un 82% menos.
Debido a estas distorsiones, los laboratorios argentinos pudieron incrementar su facturación un 332,9% a pesar de haber vendido 9 millones de unidades menos.
El efecto más evidente y canalla de la situación es el de los jubilados que, con sus ingresos deprimidos, deben optar entre comprar medicamentos que les resultan indispensables y alimentarse. Menos obvios y abordados son los efectos sobre el sistema general de salud y las obras sociales.
Entre enero de 2017 y septiembre de 2024, el costo de los productos medicinales y equipos para la salud aumentó 9.904,1%, cifra muy por encima de la inflación general del período, que fue del 7.076%, y del incremento de las cuotas de las prepagas, que estuvo en 6.425,2%.
Los dardos que Cristina Kirchner disparó sobre Javier Milei desde Rosario fueron certeros.
“Estos desregulan a favor de poquitos muy poderosos, el de los remedios. A ver, Milei, ya que sos tan guapo: desregulá los medicamentos para que podamos tener medicamentos genéricos importados, para reducir el costo de los presupuestos sanitarios. A ver si te animás”, desafió.
El Gobierno respondió irónicamente, preguntando por qué no había desregulado ella. Pero la desregulación no es una propuesta política del kirchnerismo, más bien al contrario. Se trata de un eje central de la propuesta libertaria, que en este caso no se concreta.
Al respecto, el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, inició gestiones para importar fármacos desde India, el mayor y más barato proveedor de medicamentos genéricos del mundo, para así poder mermar los costos del sistema de salud mendocino. Dada la línea política del Gobierno nacional, suponía que no tendría inconvenientes, pero la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), que debe habilitar la distribución y comercialización de remedios en la Argentina, a cargo de Agustina Bisio, demora la autorización
La Anmat, dijo Cornejo, “no está alineada con la libre competencia de mercado que propone el Gobierno nacional como método para bajar precios”. Los medicamentos que Mendoza busca comprar, afirmó, “tienen un precio muy por encima de los países limítrofes, EEUU o Europa”. Agregó, se usan masivamente en Europa, en EEUU y están autorizados por agencias similares a la Anmat. “Queremos que estén autorizados en Argentina, porque creemos eso: que por competencia van a bajar los precios de los medicamentos más usuales y habituales”, enfatizó.
En vistas de los beneficios que acarrería una flexibilización en el mercado medicamentoso, llama la atención que el Gobierno nacional no avance al respecto.
En 2002 se sancionó la ley que habilitaba la utilización de medicamentos por su nombre genérico, pero en un párrafo se admitió la posibilidad de indicar la marca comercial. Esta ambigüedad desvirtuó el declamado objetivo de “terminar con el monopolio de las marcas y la influencia de los laboratorios sobre los médicos para recetar medicamentos”.
El de la industria farmacéutica emerge como otro caso de casta intocable.