Jorge Mario Bergoglio nació en el barrio porteño de Flores el 17 de diciembre de 1936, dedicó su vida a la Iglesia y falleció en Roma tras casi doce años como Papa jesuita, austero y reformista.
Así fue la vida del Papa argentino, desde el llamado a la vocación, su paso por el arzobispado y su camino hasta Roma.
Jorge Mario Bergoglio nació en el barrio porteño de Flores el 17 de diciembre de 1936, dedicó su vida a la Iglesia y falleció en Roma tras casi doce años como Papa jesuita, austero y reformista.
Hijo de un matrimonio de italianos, conformado por su padre Mario, de profesión contador, empleado en ferrocarril, y su madre, Regina Sivori, quien se ocupaba de la casa y de la educación de los cinco hijos.
Cuando tenía 16 años, Bergoglio tuvo una profunda experiencia durante la confesión que le convenció de que debía prepararse para el sacerdocio entrando en el seminario diocesano de Villa Devoto, pero tres años más tarde empezó a formarse para ser jesuita, orden religiosa famosa por su labor misionera.
El 13 de diciembre de 1969 recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo Ramón José Castellano. Su capacidad de liderazgo fue reconocida y el 31 de julio de 1973, a la temprana edad de 36 años, fue nombrado jefe de la orden jesuita en Argentina, cargo que ocuparía hasta 1979.
El 20 de mayo de 1992 Juan Pablo II lo nombra obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio recibe en la catedral la ordenación episcopal de manos del purpurado. Como lema elige Miserando atque eligendo y en el escudo incluye el cristograma IHS, símbolo de la Compañía de Jesús.
Es nombrado enseguida vicario episcopal de la zona de Flores y el 21 de diciembre de 1993 se le encomienda también la tarea de vicario general de la arquidiócesis. Por lo tanto no sorprendió que el 3 de junio de 1997 fuera promovido como arzobispo coadjutor de Buenos Aires. Antes de nueve meses, a la muerte del cardenal Quarracino, le sucede, el 28 de febrero de 1998, como arzobispo primado de Argentina.
Tres años después, en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II lo crea cardenal, asignándole el título de san Roberto Bellarmino. En esa ocasión, invita a los fieles a no acudir a Roma para celebrar la púrpura y a destinar a los pobres el importe del viaje.
En 2002 declina el nombramiento como presidente de la Conferencia episcopal argentina, pero tres años después es elegido y más tarde reconfirmado por otro trienio en 2008. Entre tanto, en abril de 2005, participa en el cónclave en el que es elegido Benedicto XVI. Fue considerado candidato a suceder a Juan Pablo II. Sin embargo, retiró su candidatura para no prolongar la elección.
Cuando se celebró el cónclave de 2013, el entonces cardenal, de 76 años, ya no era uno de los principales candidatos al papado. Pero durante las reuniones previas al cónclave, pronunció un discurso electrizante en el que advertía que una Iglesia que se encierra en sí misma se vuelve enferma y narcisista. Su humildad, su estilo de vida sencillo y su cercanía a los marginados de la sociedad también le granjearon apoyos.n