sábado 23 de noviembre de 2024
Cara y Cruz

La pantalla retórica

Ayer, alrededor de las 15, Cristina Fernández de Kirchner celebró en su cuenta de X los 75 años de gratuidad universitaria, “una decisión de Perón que permitió que millones de argentinos y argentinas puedan ir a la Universidad”.

“Ese es el país que Milei quiere destruir y que vamos a defender todos los días”, advirtió.

Apenas dos horas antes de este posteo, se había informado que la senadora nacional Lucía Corpacci, miembro de la comisión de Acuerdos del Senado, firmó el dictamen favorable a la incorporación a la Suprema Corte de Justicia del juez federal Ariel Lijo, con cuya postulación Milei insiste pese a cuestionamientos que se acumulan desde diversos ámbitos, de una extensión e intensidad sin precedentes.

La secuencia marca una disociación entre la retórica y los hechos que raya lo farsesco. Cristina Kirchner vitupera a Milei y a su proyecto, pero le presta anuencia en el Senado para designar nada menos que un miembro de la Corte Suprema, se desconoce a cambio de qué. Batalla en la superficie, pero acuerda en el subsuelo, según numerosas versiones a través del lubricado vínculo que mantienen el asesor presidencial Santiago Caputo y el diputado nacional Eduardo “Wado” de Pedro. Mientras tanto, condena por traidores a quienes no se someten a sus designios.

El acuerdo para Lijo y el catedrático Manuel García Mansilla requiere el respaldo de nueve de los 17 miembros de la comisión de Acuerdos para bajar al recinto, donde deben contar con el voto de los dos tercios de los miembros presentes para pasar. El concurso del kirchnerismo es en esa instancia indispensable.

En la comisión de Acuerdos, además de Corpacci están los kirchneristas Anabel Fernández Sagasti (Mendoza), José Mayans (Formosa), Juliana Di Tullio (Buenos Aires), Claudia Ledesma de Abdala de Zamora (Santiago del Estero), Sergio Uñac (San Juan) y Alicia Kircher (Santa Cruz).

Las propuestas de Lijo y García Mansilla comenzaron a rodar a mediados de abril, para cubrir respectivamente las vacantes de Helena Highton de Nolasco, fallecida en 2021, y Carlos Maqueda, que se va el mes que viene. Ambos candidatos fueron entrevistados por la comisión de Acuerdos en agosto.

El proceso lleva siete meses trabado y se baraja la posibilidad de que Milei designe a ambos postulantes en comisión por decreto. La firma de Corpacci, que secunda a Cristina en la conducción del PJ nacional, reactivó las especulaciones sobre un acuerdo libertario-kirchnerista que incluiría la distribución de otros cargos judiciales, entre ellos el de Procurador General de la Nación, actualmente en manos interinas de Carlos Casal.

Los libertarios mantienen la deriva del dictamen de Lijo en estricto secreto. No se sabe cuán cerca están de alcanzar las nueve firmas. La macrista Guadalupe Tagliafierri, que preside la comisión de Acuerdos, dijo que aún no se ha formalizado ninguna presentación para ser tratada.

La escena es compleja. El juez federal es resistido por la vicepresidenta Victoria Villarruel, titular del Senado, con quien Milei en persona reanudó hostilidades un día antes de la firma de Corpacci al dictamen, acusándola de complicidades con la casta.

Independientemente de la opinión que se tenga sobre la figura de Lijo, el guiño kirchnerista configura una flagrante contradicción con la rabiosa prédica antilibertaria de Cristina Kirchner.

La dialéctica verbal es muy funcional a los dos extremos de la polarización. Milei ataca al kirchnerismo y así mantiene a Cristina en el centro de la escena, situación que ella aprovecha con proverbial astucia y retroalimenta con sus furibundos ataques el libertario.

Es pertinente recordar la sugerencia que solía hacer Néstor Kirchner a interlocutores que le reprochaban el tono de sus declamaciones: no atiendan lo que digo, sino lo que hago.

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