sábado 15 de marzo de 2025
Cara y Cruz

La culpa es de Magoya

La absolución del juez Miguel Ángel Aybar en el Jury que se instruyó en su contra por retardo judicial reiterado afirma en la sociedad el sentimiento de estado de indefensión. En resumidas cuentas: no hay responsables concretos por la prolongada mora en el trámite de 545 expedientes en el Juzgado Civil, Comercial y de Familia de Belén.

545 expedientes no son chala ‘e choclo. ¿Qué porcentaje del total representarán?

Lo más curioso de la sentencia es que la mayoría que absolvió al magistrado y lo confirmó en el puesto fue conformada con el voto de Hernán Martel, presidente de la Corte de Justicia que inició el proceso de juicio político, supuestamente luego de verificar vía sumarios la negligencia del denunciado.

Es lógico interrogarse sobre la solidez de los elementos que el máximo tribunal de la Provincia tenía para instigar el Jury, si nada menos que su titular termina votando a favor de la absolución del acusado, en contra de lo planteado por el fiscal, Augusto Barros.

Si se considera que la defensa de Aybar se basó en descargar las culpas del retardo en deficiencias del sistema judicial en el interior, debe concluirse que Martel asumió como razonables tales argumentos.

Habrá que esperar los fundamentos del fallo hasta la semana que viene para confirmarlo, pero no hace falta tanto para concluir que la condena que no se le aplicó a Aybar recae sobre el “sistema”, una abstracción sobre la cual resulta imposible proceder. Y como no es posible hacerle un Jury al sistema, los perjudicados por los retardos judiciales pueden ir a quejarse a Magoya.

Eso es lo que viene a decir la absolución suscripta nada menos que por el titular de la Corte de Justicia. Quienes se sientan afectados por la mora judicial deben recurrir al mismo sistema cuya solvencia la absolución de Aybar vino a invalidar.

El fiscal Barros marcó su disconformidad con la sentencia y advirtió que marca un precedente.

“El Tribunal consideró que no hubo mora judicial y de acá en más ésta será la vara para medirla”, señaló, y enumeró una serie de causas que tenían entre 6 y 15 años de demora.

En un Juzgado de primera instancia, conviene subrayar. El que cometa la temeridad de meterse en pleitos deberá tener en cuenta los tiempos de las vías recursivas y prepararse para echar raíces antes de acceder a sentencias definitivas.

Barros también se refirió al rumbo que tomó el debate, que a su criterio fue “raro”.

“Una causal objetiva, como es la mora judicial, empezó a transitar por otros andariveles. Se ha llegado a cuestionar a la Justicia como un todo, se han mencionado problemáticas de otras circunscripciones, han atacado incluso al Ministerio Público”, dijo en su alegato.

El diputado Carlos Marsilli y los abogados Federico Pague y Cecilia Martin quizás hayan evaluado las objeciones al sistema y las hayan considerado suficientes parta exculpar a Aybar. La Corte representa al Poder Judicial en un tribunal de carácter político.

¿Comparte el criterio que su Presidente plasmó en el voto?

Hay en este sentido una fuerte expectativa en los fundamentos que Martel esgrimirá para sustentar su posición. No se sabe si se diferenciará de Marsilli y los abogados.

Será interesante ver qué arguye en caso de que decida hacerlo, pues no surgieron del debate más elementos en defensa de Aybar que la crítica general al sistema en el interior.

El juez belicho acertó en su línea defensiva y, de paso, les hizo un favor a sus colegas: a partir de ahora, cualquiera de ellos podrá echar mano de las deficiencias sistémicas para justificarse.

“Si esto es mora, no va a quedar nadie y tendrán que salir a buscar jueces. Si es por esto, estaríamos todo el año haciendo juicios políticos”, dijo Aybar.

O sea: 545 expedientes trabados en algunos casos hasta por 15 años en primera instancia no es mora. Lo acaba de convalidar la Corte, que terminó en la picota de un juicio iniciado por ella misma.

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