martes 21 de enero de 2025
Cara y cruz

"Karma" puneño

Las denuncias contra el ex intendente de Antofagasta de la Sierra Julio Taritolay disparan conjeturas sobre una especie de “karma” puneño.

Infortunios de otros ex intendentes del interior marcan en general una correlación entre la salida del poder y la apertura de frentes judiciales cuya reiteración abona en el imaginario de la dirigencia política, siempre hospitalario a la paranoia, la idea de una relación causal entre ambos fenómenos.

A veces los expedientes se inician recién cuando el sujeto es desplazado del cacicazgo distrital, en otras oportunidades se reactivan viejos trámites dormidos o se acelera el ritmo de los que venían a paso quelónico.

La cantidad de casos amerita ya un estudio del que acaso surjan explicaciones adicionales a la mera ambición para los tenaces esfuerzos que se gastan en retener intendencias: caerse supone en la mayoría de los casos enfrentarse despojado de cobijos a un horizonte plagado de acechanzas.

Que lo diga si no Elpidio Guaraz, que pudo eludir de lo más pancho el brazo de la Justicia mientras comandó los destinos de Santa Rosa y le cayó una condena por abuso sexual en cuanto perdió la manija, en la primera cuenta de un rosario más largo que eructo de jirafa.

En la peripecia de Taritolay, intendente de Antofagasta de la Sierra durante dos períodos, se destacan las similitudes con las que atravesó en su momento su antecesor, Carlos Fabián, con inquietantes proyecciones para él.

Fabián, que formaba en el peronismo, se vio de pronto cercado por causas vinculadas a la malversación de fondos públicos cuando dejó la intendencia antofagasteña en 2015. Taritolay asumió en diciembre de ese año y radicó la denuncia que estimuló el desgraciado periplo penal de su antecesor al mes nomás de agarrar la lapicera, por el supuesto robo de $4 millones de las regalías mineras.

La investigación tuvo un ritmo vertiginoso. Para marzo, Fabián estaba ya preso por orden del fiscal belicho Jorge Flores. Recién recuperó la libertad en febrero de 2018, tras pagar una caución, y finalmente fue absuelto de todos los cargos.

Ahora Taritolay pasó del mango al filo de la faca, denunciado por su sucesor, Mario Cusipuma.

Cierto es que las acusaciones de Cusipuma se circunscriben por el momento a lo administrativo, por presuntas irregularidades en las obras del bypass de Antofagasta, pero ya está el percutor remontado. Mientras tanto, en sede penal empieza a engordar otro expediente contra Taritolay pero por violencia de género, abierto a partir de una denuncia de su expareja, que luego metió una denuncia en contra del hijo del exintendente, también por violencia.

Por la obra del bypass, Cusipuma hizo una presentación en Fiscalía de Estado en la que señaló que no cuenta con toda la documentación técnica necesaria y tiende sospechas sobre las licitaciones, estudios ambientales y otros requisitos administrativos.

"La gente de Antofagasta me planteó esta cuestión. Investigamos hasta dónde estuvo a nuestro alcance y lo enviamos a la Justicia para que determine el grado de responsabilidad de la obra, si existen pliegos, si es que existe documentación al respecto", dijo Cusipuma.

El lord mayor prefirió abstenerse de opinar sobre la denuncia por violencia de género contra Taritolay, aunque se mostró preocupado por los eventuales perjuicios que podría provocar sobre su gestión.

"Como municipio salimos a mostrar Antofagasta y nuestras costumbres, y por ahí encontrarnos en las noticias por estas cosas negativas no es muy bueno", expresó al respecto.

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