martes 22 de abril de 2025
Editorial

Honrar su legado

Francisco honró durante los 12 años en El Vaticano su condición de primer papa latinoamericano. Su preocupación por las enormes desigualdades sociales, el drama provocado de la pobreza, la depredación de la naturaleza como consecuencia de un sistema productivo arrasador, remiten a problemas que parecen consustanciales a la realidad continental.

Quienes conocieron personalmente a Jorge Bergoglio señalan como un hito de su vida pastoral la participación que tuvo en la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que se llevó a cabo en 2007 en Aparecida, Brasil. Allí conoció a obispos de gran compromiso social de distintos países de la región, pero particularmente de Brasil.

Esa impronta latinoamericanista, caracterizada por una preocupación especial por la cuestión social y por la preservación del medio ambiente, impulsó la tarea pastoral durante su papado. Tales rasgos están presentes también en sus alocuciones, entrevistas, documentos, pero particularmente en las encíclicas Laudato Si, del año 2015, y Fratelli Tutti, del 2020.

Laudato Si es una crítica profunda contra el consumismo y el desarrollo capitalista irresponsable, y un llamado al cuidado del entorno natural y a la acción para combatir la degradación ambiental y el cambio climático. Su subtítulo, “el cuidado de la casa común”, sintetiza el espíritu del escrito.

Fratelli Tutti, por su parte, es una exaltación de la fraternidad como valor y elemento ordenador de las sociedades, las naciones y la convivencia mundial.

Pero la demostración más concluyente del espíritu latinoamericano que lo embargaba se pudo apreciar durante su viaje por Brasil y Bolivia, dos años después de haber asumido. Es emblemático el discurso que pronunció en la ciudad boliviana de Cochabamba respecto de “las tres T” (tierra, techo y trabajo), una declaración explícita a favor de la justicia social, con los movimientos sociales como agentes transformadores de la realidad y un cuestionamiento a fondo de los poderes hegemónicos.

En estos rasgos esenciales se comprende el reformismo que caracterizó su tarea pastoral de 12 años y que se extiende también a otros aspectos doctrinarios, como cierta apertura a la participación de las mujeres en la vida de la Iglesia o una mayor tolerancia a la diversidad sexual.

No puede omitirse, asimismo, su activismo contra el abuso eclesiástico, actitud que se sintetiza en su conocida reflexión: “Condenen a los abusadores y ayúdenlos a curarse de esta enfermedad del abuso. En la Iglesia hay lugar para todos, pero no hay lugar para el abuso ni para encubrirlo”.

El reformismo de Francisco no siempre fue acompañado por las iglesias locales. A diferencia de lo que suele suceder en las transformaciones de instituciones tradicionales, los cambios no se impulsaron en estos años de abajo hacia arriba sino al revés. Habría que añadir, para entender mejor el proceso, que el Papa, cuando era Bergoglio, se empapó de esa necesidad de cambio a partir de las experiencias de trabajo territorial de la Iglesia con los sectores más pobres de la sociedad y comenzó el desafío de inculcar ese espíritu desde la cabeza de una estructura milenaria y conservadora.

El desafío para el catolicismo en honrar su legado.n

La impronta latinoamericanista del papado de Francisco se manifiesta en una preocupación especial por la cuestión social y por la preservación del medio ambiente. La impronta latinoamericanista del papado de Francisco se manifiesta en una preocupación especial por la cuestión social y por la preservación del medio ambiente.

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