lunes 1 de julio de 2024
Por una patología, está con prisión domiciliaria

"Curandero" fue imputado por abusar de una niña de 12 años

El ultraje sucedió entre mayo y junio del año pasado. El fiscal Laureano Palacios ordenó una junta médica.

Elizondo es un hombre de 50 años que recientemente fue imputado por el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y por causar grave daño a la salud mental de la víctima, continuado”. Actualmente, se encuentra con detención domiciliaria debido a que habría sido diagnosticado con cáncer. El fiscal de Instrucción de Segunda Nominación, Laureano Palacios está a cargo de la investigación. Entre las primeras medidas, ordenó que se realicen las pericias psicológica y psiquiátrica y una junta médica para analizar el diagnóstico del acusado y determinar si está en condiciones de ser trasladado al Servicio Penitenciario Provincial, en Capayán.

De acuerdo con información a la que pudo acceder El Ancasti, los ultrajes habrían sucedido en la Capital. Elizondo se habría acercado a la familia de la niña y se presentó como un “curandero”. Aprovechándose de la situación de vulnerabilidad de la niña de 12 años y su familia, habría consumado el abuso, entre mayo y junio del año pasado. Como “líder espiritual”, se valió de la precaria situación de los padres de la nena para “sacar el mal”.

Semanas después, la niña pudo contar a su madre sobre los ultrajes que sufrió durante ese mes. La madre le creyó y en julio se realizó la denuncia penal contra el curandero.

No obstante, tras ser notificado de que obraba una denuncia en su contra, el sospechoso se dio a la fuga. Llegó hasta la provincia de Córdoba. El fiscal Palacios realizó los exhortos correspondientes y la semana pasada, la Policía de Córdoba dio con el paradero del denunciado. Desde Catamarca partió una comitiva y se concretó el traslado.

Asistido por el abogado del foro local Juan Pablo Morales, el martes último el representante del Ministerio Público Fiscal indagó al curandero acusado por un delito contra la integridad sexual de una niña de 12 años. El imputado, se mantuvo en silencio. El fiscal Palacios solicitó la detención, que fue confirmada por el Juzgado de Control de Garantías de turno. No obstante, el acusado habría manifestado haber sido diagnosticado con cáncer.

Por esta situación, de momento, se encuentra con prisión domiciliaria. Por ello, el fiscal además de las pericias de rigor, solicitó la junta médica para el acusado y determinar si está en condiciones o no de ser trasladado al Penal. Entre otras medidas, el fiscal Palacios notificó a la Secretaría de Familia del Ministerio de Desarrollo Social, organismo que tiene a su cargo el Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, a efectos de dar a la víctima una asistencia integral.

A puertas adentro

El abuso sexual en la infancia (ASI) es una de las formas de violencia más extrema que niños, niñas y adolescentes pueden sufrir. No obstante, el dato más importante que advierten los profesionales en esta temática es que en la gran mayoría de los casos se trata de abusos sexuales intrafamiliares: padre, abuelo, hermano, tío o primo son los principales sospechosos como así también profesores, vecinos, sacerdotes o referente espiritual.

El victimario realiza un abuso de poder. A través de diversos mecanismos de manipulación y amenaza, quien abusa genera en la víctima un sentimiento de culpa y vergüenza. Es por ese motivo que quienes lo sufren pueden tardar mucho tiempo, incluso años, hasta que pueden poner en palabras lo que les sucedió.

Al respecto, especialistas en esta temática advierten que niños, niñas y adolescentes suelen ser silenciados por sus propios agresores, mediante distintas estrategias. El agresor sexual se vale del miedo, la culpa y la manipulación. De esta manera, promueve la impunidad en estos actos de violencia. A la vez, se destacó que la vulnerabilidad en estos casos reside en el hecho de que chicos y chicas, por su inocencia, condición física o sexual no comprenden la criminalidad de los ultrajes, más aún cuando el agresor es padre o un familiar cercano. “Estos agresores se aprovechan del amor y la confianza. Niños, niñas y adolescentes advierten que algo malo está sucediendo; suelen reprimir los recuerdos y tienden a normalizar o tolerar aquellos actos degradantes y tortuosos, quedando atrapados en un círculo de silencios y secretos familiares”, explicaron.

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