No pudieron terminar de trozar el cuerpo porque se quebró la cuchilla durante la operación para descartar los restos.
En la segunda jornada de juicio por jurados contra Matías Javier Córdoba (22) y su y ex novia Luján de los Ángeles Robledo (20), sospechados de haber participado en el asesinato de Luis Adrián Ramos (43) en abril de 2022, declararon testigos y peritos que dieron detalles de la personalidad de ambos y de cómo desmembraron el cadáver para intentar hacerlo desaparecer.
Córdoba está imputado por "homicidio agravado para consumar y asegurar su resultado y la impunidad (criminis causa) y robo en concurso real en calidad de autor", y Robledo, por "encubrimiento".
Entre otros peritos declaró ayer una médica psiquiatra del Cuerpo Interdisciplinario Forense (CIF) de apellido Gallardo, quien realizó una pericia a Luján Robledo.
"Manifiesta una marcada tendencia a la indiferencia afectiva, carente de emoción como angustia y/o ansiedad, donde predominan rasgos de personalidad de tipo psicopática, ausencia de conciencia moral y rasgos de tipo sádicos", dijo en su informe.
Ante una pregunta de la querella, advirtió que la joven es peligrosa para sí y para terceros.
Otra psiquiatra del CIF de apellido Alonso que evaluó a Córdoba explicó que el sujeto "sí pudo comprender la criminalidad de sus actos y dirigir sus acciones en el momento en que habría ocurrido el hecho".
Informó además que el joven "tiene una personalidad de tipo psicopática que no responde a cuadros psicopatológicos, sino a una forma de ser".
Señaló también que durante la entrevista de evaluación, nunca mencionó haber sufrido algún tipo de violencia sexual en su contra, desacreditando la aseveración del sospechoso al momento de iniciado el juicio cuando declaró que fue abusado por Ramos cuando tenía 15 años.
Poco después dio su testimonio un perito de la Policía de apellido Escalante. Explicó que los restos fueron hallados dentro de un tanque que se utilizaba en la bodega de viñedos abandonada de Cachiyuyo, utilizada para reposar el vino. Manifestó que las partes del cuerpo estaban envueltas en bolsas y en trapos, y consideró que difícilmente una sola persona pudo haber trasladado en moto todos los restos.
En cuanto a la casa de Ramos, donde se produjo el asesinato, confirmó que se encontraron rastros de una pelea en el baño, donde se encontró un lavatorio roto y un grifo dañado. Sostuvo que si bien a simple vista no se ubicaron restos de sangre, con un análisis profundo sí se pudieron encontrar manchas hemáticas.
Remarcó que era obvio que en el lugar se hicieron maniobras de limpieza y apuntó que, entre otros elementos, encontraron una cuchilla quebrada a la altura del mango, y de acuerdo a su experiencia evaluó que por esa rotura no pudieron continuar con el seccionamiento del cuerpo, que terminó con marcas de cortes a medio realizar.
También declaró como testigo un primo de Córdoba que trabaja en una estación de servicios. Comentó que la noche del crimen, entre la noche del 9 de abril y la madrugada del 10, el sospechoso cargó nafta en una moto en la que él nunca antes no había visto circular.
Dijo que al preguntarle de quién era, Córdoba le respondió que le pertenecía a un amigo y se fue.
Por su parte, la dueña del local donde trabajaba Ramos aseguró que era muy responsable, puntual y buen compañero, y que le extrañó que faltara el lunes 11. Por esa razón comenzó a preguntar a los familiares qué había sucedido.
Finalmente, sostuvieron que el lunes a la noche vieron la moto de Ramos, que estaba sucia y con los espejos rotos.
De inmediato visualizaron las imágenes registradas por una cámara de seguridad instalada en una farmacia y pudieron ver que en la moto se desplazaban los dos imputados.
El miércoles, en la primera jornada del juicio, Córdoba dijo que él mató a Ramos y que Robledo lo ayudó a limpiar y a trasladar el cuerpo hasta la bodega. La versión fue desmentida por la joven, quien acusó a su exnovio de mentiroso.
