El reconocido cantautor, músico y compositor santiagueño murió en la madrugada de este viernes.
El mundo de la música folclórica se encuentra de luto tras el fallecimiento de Carlos Alberto Infante, el reconocido cantautor, músico y compositor santiagueño, quien a los 81 años dejó una huella imborrable en la cultura musical del folclore. Infante murió en la madrugada de este viernes, luego de haber estado internado en terapia intensiva a causa de una pancreatitis. Sus restos serán velados en un salón ubicado en la calle Pedro León Gallo, en la Capital de Santiago del Estero, donde familiares, amigos y seguidores podrán rendirle homenaje.
Carlos Infante nació el 3 de noviembre de 1943 en el barrio Huaico Hondo, en Santiago del Estero, ciudad que lo vio crecer y donde encontró inspiración para gran parte de su carrera. Su vida estuvo marcada por su amor por la música, y dedicó toda su existencia a enriquecer el folclore argentino. Desde sus inicios en el grupo “Los Sin Nombre”, hasta su exitosa carrera como solista, Infante se destacó por su profunda sensibilidad artística y su compromiso con las raíces de la música popular.
Entre sus interpretaciones más recordadas se encuentra “El linyerita”, una obra de Fortunato Juárez que Infante supo interpretar con tal maestría que la convirtió en una de las piezas más queridas por su público. Su estilo único y su habilidad para transmitir emoción en cada nota lo convirtieron en una figura imprescindible del folclore.
Carlos Infante compartió su vida con Alcira Enriqueta "Kela" Argañaraz, su esposa y coautora en muchas de sus composiciones. Juntos, vivieron en San Pedro de Guasayán, en el límite entre Santiago del Estero y Catamarca, donde Kela también desempeñó su labor como concejala. La pareja dejó un legado de canciones que abarcó diversos géneros del folclore argentino, desde chacareras y zambas hasta chamamés, polcas y cuecas, que siguen vigentes en el corazón de los argentinos.
A lo largo de su carrera, Carlos Infante fue recordado no solo por su talento, sino también por su humildad y su profundo arraigo a la tierra que lo vio nacer. Artistas y seguidores lo recordarán siempre como un hombre sencillo, de gran nobleza, que llevó consigo la esencia de Santiago del Estero a todos los rincones del país.